Corría el verano de 1969 en una playa bonaerense de
Argentina. Jugaba con mis dos mejores amigos del verano cuando decidimos hacer
nuestra habitual incursión aventurada al mar. La misma consistía en nadar hasta
el banco de arena y volver victoriosos, casi como héroes cuando uno tiene tan
solo doce años de edad. Nuestra llegada hasta el banco fue apacible, el mar
estaba calmo, amistoso. Nuestro regreso a la playa fue singularmente
imprevisto. Por motivos que desconozco mientras nadaba de vuelta a la playa fui atrapado por
una corriente de agua que me tiraba hacia adentro del mar y me impedía avanzar. Esta corriente se generaba por uno pilotes viejos que no habían sido removidos de un antiquísimo muelle de pescadores. En mi desconocimiento de como tratar con el mar intentaba vanamente
"luchar contra la corriente". Nadaba, nadaba y me iba quedando sin
fuerzas. En unos minutos mis músculos comenzaron a cansarse y me comencé a
hundir. Continuaba luchando infructuosamente pero cada vez me costaba más
esfuerzo mover los brazos y las piernas para poder salir a flote y poder respirar, continuaba hundiéndome
hasta que llegó un momento en el que comprendí que no podría regresar y que
terminaría muriendo ahogado en el mar. Fue en ese preciso instante donde
sentí una profunda tristeza, pensé: "me voy a morir siendo tan joven, que
cosa terrible, no quiero morir ahora". El pensamiento se parecía más bien
a un grito de desesperación que no llegaba a salir por mi boca. El mar me había
vencido y me llevaría consigo. Tan solo unos segundos duró esa amargura ya que fue
reemplazada por la aceptación de mi situación de muerte casi inminente. En un
segundo y sin entender porque y cómo mi Alma se encontró sentada en las falda de un Ser de
Luz, de forma humana, que me contenía y sostenía como una padre sostiene a su pequeño hijo cuando
está sentado en el cine. En este caso la "película" que se proyectó
fue toda mi vida. Pero no era como ver una película común, esta se percibía en
varias dimensiones así que podía "ver" como cada acto y palabra que
había emitido o realizado actuaba en los demás. Podía sentir lo que los otros
habían experimentado al interactuar conmigo. También tenía una clara conciencia
del Bien y del Mal que me permitía ver con mucha claridad si mis acciones
habían sido o no correctas a los ojos de lo que solemos llamar Dios. Ese Ser
que me tenía en su regazo parecía saber todo sobre mi y me trataba con una
ternura y un Amor que nunca había experimentado. Me mostró que lo más
importante que había vivido en esos doce años era mi amistad con mi amigo
Oscar. Oscar era un año más grande que yo, era el hijo del dueño de la
panadería que estaba frente a mi casa. Oscar era como un hermano para mi, lo
amaba casi incondicionalmente y sentía por él un gran respeto y admiración.
Solía enseñarme cosas, frases, palabras, algo que yo valorizaba mucho.
Cuando termino de ver la película sobre mi vida el Ser de
Luz me dice algo así (no recuerdo con exactitud las "palabras"):
"Tu vida valió la pena ser vivida, aprendiste a AMAR. Porque uno viene al
mundo a aprender a AMAR". Acto seguido comenzamos a subir como en un
ascensor hacia lo que en la tierra denominamos Cielo.
Lamentablemente hasta allí no llegué. Subíamos y era como si atravesáramos
nubes que se iban haciendo cada vez menos densas y dejaban pasar más y más Luz.
A medida que subíamos la sensación de Paz y Gozo que experimentaba iba en aumento. Ya
no quería volver a la tierra, me quería quedar junto a ese Ser que me resultaba
extrañamente muy familiar. Digo extrañamente ya que no recordaba haberlo
conocido con anterioridad. Lamentablemente mi viaje hacia el Cielo fue
interrumpido abruptamente. Nuevamente me encontraba dentro de mi cuerpo físico
pero ya no sentía que me ahogaba. Un hombre con un contextura física importante
me estaba sacando del mar, ya casi llegábamos a la costa. Cuando mis pies
volvieron a tocar la arena era como si hubiese aterrizado viniendo de no sé
donde. No entendía nada, hacía unos segundos sentía que había muerto, que me
estaba yendo al Cielo y ahora estaba nuevamente en la tierra. ¿Qué le iba a
decir a mis padres y amigos? ¿Quien me iba a creer lo que había vivido?
Obviamente, en aquella época, que poco o nada se conocía
de Experiencias Cercanas a la Muerte (Near Death Experiences), nadie me creyó.
Pero eso creo, no era lo importante. Aquella experiencia marcó un antes y un
después en mi vida. Aunque solo muchos años más tarde pude comprenderla con
mayor profundidad, me dejó la enseñanza que existe un Bien y un Mal. Que si
hacemos el Bien iremos al Cielo. Y lo que aquel Ser que evaluó mi paso por la tierra, que hoy sé que era Jesús, me dijo: "Uno viene al mundo a aprender a Amar".
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